El estudio psicológico de la memoria
Hasta aquí las concepciones habituales de la memoria. Si damos un paso más, y nos dirigimos a los estudios científicos de la misma, iniciados con Ebbinghaus (1885), nos encontramos con que la psicología mantiene una concepción muy semejante de la memoria. Para la psicología contemporánea, la memoria sería la “facultad de los seres vivos de evocar de forma espontánea o voluntaria experiencias anteriores”. De acuerdo con esta comprensión fundamental, la psicología distingue diversos tipos de memoria:
a) Estarían, en primer lugar, las memorias más breves, llamadas “eidéticas” o “icónicas”. Son memorias que se desvanecen en segundos, y que probablemente reflejan la actividad de retenes sensoriales. Si no se presta atención, lo registrado en esta memoria desaparece.
b) En segundo lugar tendríamos las llamadas “memorias a corto plazo”, que tratan unos 15 segundos en desvanecerse. Es lo que sucede cuando leemos un número de teléfono, lo marcamos para llamar a alguien, pero después ya no lo recordamos. Sin embargo, si esta información es procesada, por ejemplo mediante la repetición, el recuerdo puede durar algún tiempo más. Se trata por lo general de procesamientos superficiales, no duraderos. Sin embargo, algunos teóricos hablan aquí también de memorias “a medio plazo”, que duran algunas horas, como cuando por ejemplo recordamos en la tarde el lugar en que hemos dejado parqueado el carro en la mañana.
c) En tercer lugar estarían las memorias a largo plazo, que duran días o semanas, y que obedecen a procesamientos más profundos, como los que se derivan de utilizar el propio número de teléfono repetidamente. Pero esta memoria desaparece cuando, por ejemplo, pasa un tiempo largo sin utilizar ese número de teléfono.
d) Tendríamos finalmente las llamadas “memorias permanentes”, que parecen no declinar durante el resto de la vida de un organismo, mientras goza de buena salud. Ciertas experiencias, ciertas personas, ciertos lugares, nunca son olvidados.
La psicología también ha estudiado la relación entre memoria e interés, o entre memoria y género. También se han estudiado los factores que afectan a la memorización, como es la longitud del material que se quiere recordar, la organización del mismo, su homogeneidad, etc. En este contexto tiene gran interés el estudio de los mecanismos mnemotécnicos. También son importantes los intentos de la psicología de establecer un índice para medir de un modo controlable la memoria. Aquí se han utilizado criterios como el reconocimiento, el tiempo que se requiere para el reaprendizaje, o la capacidad de evocar un recuerdo. Por supuesto, la psicología también ha estudiando las patologías de la memoria.
Hasta aquí las concepciones habituales de la memoria. Si damos un paso más, y nos dirigimos a los estudios científicos de la misma, iniciados con Ebbinghaus (1885), nos encontramos con que la psicología mantiene una concepción muy semejante de la memoria. Para la psicología contemporánea, la memoria sería la “facultad de los seres vivos de evocar de forma espontánea o voluntaria experiencias anteriores”. De acuerdo con esta comprensión fundamental, la psicología distingue diversos tipos de memoria:
a) Estarían, en primer lugar, las memorias más breves, llamadas “eidéticas” o “icónicas”. Son memorias que se desvanecen en segundos, y que probablemente reflejan la actividad de retenes sensoriales. Si no se presta atención, lo registrado en esta memoria desaparece.
b) En segundo lugar tendríamos las llamadas “memorias a corto plazo”, que tratan unos 15 segundos en desvanecerse. Es lo que sucede cuando leemos un número de teléfono, lo marcamos para llamar a alguien, pero después ya no lo recordamos. Sin embargo, si esta información es procesada, por ejemplo mediante la repetición, el recuerdo puede durar algún tiempo más. Se trata por lo general de procesamientos superficiales, no duraderos. Sin embargo, algunos teóricos hablan aquí también de memorias “a medio plazo”, que duran algunas horas, como cuando por ejemplo recordamos en la tarde el lugar en que hemos dejado parqueado el carro en la mañana.
c) En tercer lugar estarían las memorias a largo plazo, que duran días o semanas, y que obedecen a procesamientos más profundos, como los que se derivan de utilizar el propio número de teléfono repetidamente. Pero esta memoria desaparece cuando, por ejemplo, pasa un tiempo largo sin utilizar ese número de teléfono.
d) Tendríamos finalmente las llamadas “memorias permanentes”, que parecen no declinar durante el resto de la vida de un organismo, mientras goza de buena salud. Ciertas experiencias, ciertas personas, ciertos lugares, nunca son olvidados.
La psicología también ha estudiado la relación entre memoria e interés, o entre memoria y género. También se han estudiado los factores que afectan a la memorización, como es la longitud del material que se quiere recordar, la organización del mismo, su homogeneidad, etc. En este contexto tiene gran interés el estudio de los mecanismos mnemotécnicos. También son importantes los intentos de la psicología de establecer un índice para medir de un modo controlable la memoria. Aquí se han utilizado criterios como el reconocimiento, el tiempo que se requiere para el reaprendizaje, o la capacidad de evocar un recuerdo. Por supuesto, la psicología también ha estudiando las patologías de la memoria.
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